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Las Ballenas

Incursionando por primera vez en los cuentos infantiles.

Cuenta la historia de un valiente marinero que no creía en la existencia de las ballenas, pues nunca las había visto, creía en fantasmas, en brujas, y en los deseos de las monedas de oro lanzadas al mar, en las sirenas que cantaban, en los delfines, y los tiburones asesinos aquellos que le robaban el sueño a su pequeñísimo hijo, creía en las hadas, y en los lobos feroces; también en que dormir con la panza llena causaba pesadillas, y creía ciegamente en el sol, pero nunca en las ballenas.

Sus amigos, y compañeros marinos, le contaban historias acerca de las mareas altas que muchas veces quebraran algunas partes de la madera de los barcos, de la lluvia incesante y de como las colas de las ballenas, lograban mitigar aquellas tormentas, el seguía dudando, cambiando de tema, y sirviendo el ron, hablando de hadas o de los orcos de una ciudad perdida en alguna parte del mundo al que nadie nunca había ido.


El tiempo había pasado y para Agosto, se disponían a atravesar el mar pacifico, una hazaña nunca vista, proveyeron de vino y ron el barco, una tonelada de trigo para poder hacer el pan, anzuelos para pescar, latas de frijoles y garbanzos, un cesto de galletas hechas por las esposas, esposas de cocina, esposas de hogar y leña, de esas que no esperaban en los muelles… proveyeron el barco de verduras que iban a perecer pronto y mucha mucha valentía y músculo, y obviamente a Robín, un perro Labrador grandulón y negro como la noche, que había llegado su vida en los mercados de pescado, asustado por el frio, y del tamaño de un tomate, Robín era más marinero y mas valiente que muchos de los grandes.

Habían pasado 3 meses y 12 días, cuando la tempestad se vislumbraba en el horizonte, casi a una corta semana de llegar al destino y salir en la prensa, con costales y mayas llenas de diferentes pescados, e incluso especies nunca vistas (al menos así lo imaginaban). Robín se había adueñado de un collar que alguna sirena olvidó, uno con dije en forma de caracol y cadena brillante, delgada y delicada, - ¡Es de Robín! Gritaron cuando vieron el collar enredado en la maya, Las gotas de lluvia empezaron a caer, mientras que el incrédulo marinero dormía en su litera, soñando en la foto de portada del periódico con el pargo rojo mas grande que sus ojos hayan visto, pero el sonido de las gotas chocando con el barco le hicieron despertar. para cuando llego a la superficie la tormenta había empeorado, todos mantenían una actitud prometedora, intentaron a gritos y ordenes del capitán mantener el barco en equilibrio, tirar los metales y los radios para no ser alcanzados por los rayos, pero las nubes parecían no querer mudarse de allí, el agua era fiera, y el mar estaba enfurecido, las olas hacían saltar el barco, Robín ladraba, y todos corrían a tomar las cuerdas con sus manos, la tormenta no permitía ver el horizonte, todo era blanco, o negro pues muchos se caían al suelo con las sacudidas.. de pronto un fuerte golpe sacudió el barco, y quebrantó los ejes del medio, aún seguían a flote, pero con pocas posibilidades, la tormenta seguía cayendo feroz, aun faltaban días para llegar, y los radios de emergencia no funcionaban, muchos empezaron a inflar las balsas, el barco y los tesoros se veían perdidos, ya en la cabeza de aquel marinero no estaba la prensa, sino la muerte con sus huesos largos y su traje negro, no fue mas cuando una ola sacudió tan fuerte el barco que en un salto lo lanzo con toda la fuerza del mundo al agua, a el y a otros cuantos más incluido Robín, el impacto fue tal que lo dejo inconsciente, abrió los ojos dentro del agua, cuando sintió que le faltaba el aire, y ahí fue que la vio, el animal mas grande que sus ojos hayan visto, unos 30 metros de largo, con pecas blancas y líneas vislumbradas… era tan grande y tan magnifica como solo sus ojos podían ver, su panorámica era de un fondo azul verdoso y un animal enternecido, por un momento olvidó que le faltaba el aire, desde aquel momento sus historias y sus cuentos tenían un significado, por fin veía algo, por fin vio algo, algo en lo que no creía, se dio cuenta que a su lado estaba robín, buscando desesperado la superficie, cuando logro escuchar los gritos de los demás, y ver las cuerdas y flotadores de rescate. Tomo a Robín de la pata derecha y sin dejar de ver al majestuoso cetáceo, emergió, la ballena puso su lomo bajo el barco y nado con el hasta la calma… Robín y el estaban a salvo, así como toda la tripulación de marineros creyentes de la fantasía. El valiente Marinero y sus amigos lograron llegar a tierra, con todos sus pescados, sus tesoros.


Una vez por año, para el mes de agosto, se reúnen a comer y a beber, y a contar con lujo de detalles, la historia de aquella ballena que les salvo la vida, cada año con mas exageración. Hoy el valiente marinero tiene en sus bolsillos la fotografía de la prensa, aquella hazaña del pacifico, la cola de una ballena. Su mas grande y verídica historia.

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