Cuentos cortos vol 1.

OJO POR PLUMA

Había tardado en encontrarlo unos 783 días, nada que hacer, se obsesionó con respuestas que creía que solo él tenía.

Raptó a cupido un día en el parque de los pies descalzos en Medellín cuando el infante se disponía a flechar a dos mujeres y lo encerró en una jaulita de esas blancas que compra la gente que se va a casar o las fiestas "vintage" de hoy en día.

Llevaba con el pequeñito encerrado por lo menos unos 783 días más, y a diario sagradamente iba a verlo a su jaulita, ella tomaba una silla, se sentaba con las piernas abiertas y las manos en la cabeza, y le preguntaba : ¿ me podés decir, por qué carajos me flechaste a mi sola?, pero el angelito no modulaba palabra, nadie aún se preguntaba por él, y mientras tanto por cada silencio ella le arrancaba una plumita, nada grave pues al instante nacía otra como un espectáculo del que sólo ella podía deleitarse, así que ni modo, empezó a vender almohadas de plumas en un negocio en el centro, por que algo bueno tenía que dejarle tanto desamor.

por: Tatiana Porras

UN GOLAZO

Eso fue un fuera de lugar rotundo, el ya traía las putas pelotas hinchadas de tan mal arbitraje, y es que se necesitan 3 cartones de huevos para sólo favorecer a un jugador entre 22. ¡No jodás!

vuelve y juega, habían ya pasado 32 minutos del primer tiempo, y él tenia la ceja rota, el labio roto, la pierna rota, el corazón roto y seguía jugando ni cual Pelé en sus mejores tiempos, pero en su mente sólo se repetía el: ¡No Jodás!

ya en el minuto 90, el partido no estaba perdido ni ganado, y parecían penales asegurados, nada que hacer, justo o no, aunque sabía que su equipo había metido 5 goles y ninguno válido. En los últimos 20 segundos de reposición sale el favorecido, con el bendito fuera de lugar rotundo, 2 faltas rotundas y ningún banderín arriba, mira de reojo los lentes de las cámaras, porque sabe que será la portada del mundo, se le hincha el pecho, se le ven los guayos limpios, corre suavecito y mete un gol... uno válido.

por: Tatiana Porras